A finales del siglo XIX el cultivo de arroz era incipiente en el delta del Ebro. El pescado perdía su valor al no existir medios de conservación ni mercados, de manera que las administraciones ofrecían su apoyo a los propietarios de fincas con humedales para proceder a su transformación, dando paso al cultivo del arroz, que se podía conservar en silos y era una importante fuente de alimento que generaba riqueza y mano de obra.
De esta manera fueron desapareciendo los humedales del delta mientras que en Buda, por expresa voluntad de sus propietarios se respetaron las lagunas tal y como hoy las conocemos. Posteriormente se destinó una superficie de vegetación palustre no encharcada de la isla a la práctica de este cultivo siempre respetando las lagunas y zonas próximas, dedicadas, como se ha dicho, a la pesca.
Fue gracias al buen criterio conservacionista de los señores Joan y Pere Borés que la Isla de Buda es considerada como el humedal mejor conservado de Cataluña y uno de los más importantes del Mediterráneo junto con La Camarga.
Hoy la tercera generación sigue con su buen saber hacer y desde hace años se elabora a partir del arroz del Delta del Ebro un licor cremoso a base de ese cereal de alta calidad.